En la TV Pública, el Estado y sus acólitos, pueden hacer lo que se les dé la gana. Sin más límite que la plata que haya, que siempre es mucha. Los que se blindan el píloro y sostienen lo que sea siempre tienen su día de pago, como es el caso de la vocera presidencial Gabriela Cerruti.

Hace unos meses, Rosario Lufrano era el símbolo de la mujer periodista para los fanas del kirchnerismo. Hoy, poco menos que la linchan por bruja y macrista. Debería saber la Lufrano que quién entra en la trituradora de carne kirchnerista, debe acomodar a sus amigues, forrarse y si es posible, cuando se vaya, que la aplaudan unos lumpenios de labores desconocidas en el lugar.

Como sea, lo importante es forrarse bien forrado, que a lo mejor que se puede aspirar en una colonia de alpinistas en la que todes quieren llegar a la cima y recibir lo que está recibiendo el que está más arriba.

Como de trabajar no deben ocuparse, sus problemas son pocos para dedicar su tiempo al parapolicialismo, la difamación y la alkahuetería.

Beneficiemos a quienes hacen bien su servilismo alkahuete

La última mohicana de la comunicación albertista, Gabriela Cerrutti se viene revolcando en la podredumbre de un gobierno perdido y decadente, como para le que le toca ser la voz. Conoce su oficio de fakir del régimen, tiene historia en estas lides y es como la Bernardo Neustadt de la prensa del régimen.

A sabiendas de que el Pueblo se lo va a permitir, recibirá ella o sus muertos de hambre la gratificación en metálico por sus innobles servicios al Estado. No hay problema, parece que esta gente tiene aún muchas cajas que rascar y a las cuales extraerles fondos.

Esta vez la que pagará será la Agencia de Propaganda Estatal conocida como la TV Pública. Sí, la TV hará una serie de ocho capítulos basada en el último libro de Cerruti, titulado “La Revolución de las Viejas”.

Por lo burdo, denunciarla es más fácil que respirar

La cosa se cae ya de burda. Tanto que los diputados de la oposición te pueden enchufar una denuncia más fácil de hacer que la tabla del uno.

Así las cosas, 15 diputados de Juntos por el Cambio, encabezados por Hernán Lombardi, presentaron un obvio pedido de informes sobre el particular.

Se los ve muy entusiasmados con esta denuncia a los de Juntos por el Cambio, ya que aseguran que, de confirmarse los hechos, deberían renunciar a sus cargos Rosario Lufrano y Gabriela Cerruti, mínimamente.

Tienen todo el derecho a esperar lo que sea, pero como todo grupo político en campaña, solamente buscan un golpe de efecto que marque un hito de indecencias e ineptitudes que adjudicarle a sus adversarios. Lo cierto es que esta vez, se la dejaron servida a título gratuito o al menos a precio de ganga.

En muy pocos días el tema pasará al olvido y todo seguirá como siempre. El tráfico de influencias, la corrupción y demás asaltos al erario perpetrados por funcionarios públicos fueron, son y serán impunes.

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